sábado, 26 de diciembre de 2009

Ramiro Ledesma

“Frente a los liberales somos actuales,


Frente a los intelectuales somos imperiales

¡¡Arriba los valores hispanos!!





España, una e indivisible



He aquí nuestro grito: España, una e indivisible. Muchos republicanos españoles, tan amantes de la ejemplaridad de la Revolución francesa, olvidan que un grito así salvó a Francia y salvó a la Revolución. Hay que seccionar esa ola mediocre de localismos que hoy satura la atmósfera hispana e instalar revolucionariamente el deber de todos. La vejez cobarde, que hoy se adueña de los ministerios, asiste con apatía criminal a esa forja de decadencias que suponen las propagandas separatistas.

El abandono de las funciones de unidad señala una disolución irreparable. No se concibe cómo un pueblo, en el surgir victorioso de una Revolución que triunfa, tolera fríamente los zarpazos desmembradores. ¿No habrá un hombre de temple que intuya con genialidad la palpitación del pueblo, hoy encadenada a la falacia de los traidores, y dé la orden de marcha contra los enemigos de la Patria? Porque es preciso que todos se den cuenta de algo, y es que el día en que la amenaza separatista abandone su actual escondrijo y se muestre ahí, ante el pueblo, éste pedirá a cualquiera –entiéndase bien, a cualquiera– que dirija los combates. Aun a costa de una tiranía.

La táctica de la minoría separatista de Cataluña que dirige Maciá es innoble y vergonzosa. Consiste en desorientar al pueblo con declaraciones contradictorias. Con hipocresía pura. A falta de valor y denuedo para sostener con las armas su loca pretensión, inician las tortuosidades que le permitan el ejercicio de un poder coactivo sobre el pueblo. De este modo, lo que hoy son sueños vanos de una minoría se convertirán, provocado por intereses y coacciones, en la voz de la región entera.

Para impedirlo, es urgente desalojar de los puestos directores de Cataluña a los separatistas emboscados y fusilar a Maciá por traidor. Toda la energía que se utilice es poca, si se tiene en cuenta la gravedad de los hechos. Las horas revolucionarias se distinguen de otras por la posible rapidez y eficacia en las intervenciones. Si se permite que adquiera robustez los actuales equívocos, serán luego más difíciles y más sangrientas las jornadas.

“La conquista del Estado”

Nº14. 13 JUNIO 1931

Ramiro Ledesma.



¡VIVA EL MUNDO NUEVO!

¡Viva la Italia fascista!

¡Viva la Germania de Hitler!

¡Viva la España que haremos!

¡ABAJO LAS DEMOCRACIAS BURGUESAS Y PARLAMENTARIAS!

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