sábado, 26 de diciembre de 2009

José Antonio Primo de Rivera


Un patriota cuyo corazón solo estaba lleno del Amor a España y a su grandeza y cuyas aspiraciones de Libertad e igualdad social, fueron truncadas una triste mañana en la prisión de Alicante, víctima del fuego de una guerra que él nunca quiso para su Patria.


José Antonio Primo de Rivera y Saénz de Heredia. Nació el 24 de Abril de 1903 en Madrid, en el seno de una tradicional Familia Cristiana y Patriótica, de su padre Don Miguel Primo de Rivera heredó el titulo de marqués de Estella (el cual apenas uso, porque fue sin más José Antonio, el Profeta de la Salvación de España).

Estudio en la Facultad de Derecho de Madrid. La biografía de José Antonio, esta influenciada fuertemente por las vicisitudes del Gobierno de su padre Don Miguel Primo de Rivera, sobre todo por la su dimisión y los acontecimientos que la acompañaron, como siempre ocurre en los Gobiernos Militares cuando se inicia su eclipse y posterior desaparición, grupos que anteriormente habían sido mas o menos incondicionales, adoptan posturas mas cómodas, a José Antonio tanto oportunismo, no pudo menos que repugnarle.
El 2 de Mayo de 1930 acepta el cargo de vicesecretario general de Unión Monárquica, con el propósito de reivindicar la memoria de su padre. Se presenta a las elecciones de 1931, pero es derrotado por su contrincante conservador Bartolomé Cossío.

Es detenido en 1932 por haber colaborado con la sublevación de Sanjurjo. En 1933 se publica el diario "Fascio" donde escribe un articulo: "Orientaciones hacia un nuevo estado". Se lanza junto al aviador Ruiz de Alda a la creación del Movimiento Sindicalista Español, que seria el embrión de Falange Española.

Así el 29 de octubre de 1933, apesar de la persecución por parte de la Dirección de Seguridad, se celebra el acto fundacional de Falange, en el teatro de la Comedia de Madrid, en este acto intervinieron, además de José Antonio, Ruiz de Alda y Alfonso García Valdecasas.

José Antonio es elegido candidato por Cádiz y el 13 de febrero de 1934 se unifica con el grupo de Ramiro de Ledesma bajo el nombre de Falange Española de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Desarrolla una brillante labor parlamentaria, interviniendo en los grandes debates y pronunciando entre otros un documentadísimo discurso en contra de la Ley Agraria que desde el poder intentan realizar las derechas.

A lo largo de 1934 se suceden los enfrentamientos entre izquierdistas y falangistas, siendo acusado en el parlamento de posesión ilícita de armas.

En 1935 José Antonio se dedica a realizar viajes por España dando mítines, se constituye el SEU. En este año Ramiro Ledesma abandona falange voluntariamente. Convocadas elecciones generales para febrero de 1936, se dislumbra el desastre. Falange se presenta en solitario, sin conseguir representación parlamentaria. Las elecciones son ganadas por el Frente Popular, aunque de la fiabilidad de aquellas elecciones sea motivo de controversia, debido a la multitud de situaciones de ilegalidad que se produjeron. La mecha de la guerra civil estaba encendida.

Falange Española de las JONS es declarada organización ilegal, y sus dirigentes, incluido José Antonio son detenidos y encarcelados en la Prisión Modelo de Madrid. Esto no sería obstáculo para que José Antonio siguiera dirigiendo el movimiento desde la cárcel.

El gobierno no para de presentar cargos en contra del líder de Falange y el 5 de junio de 1936 es trasladado a la cárcel de Alicante. En la cárcel de Alicante, José Antonio, escribe su manifiesto político en el que reitera su aspiración de Gobierno Nacional desde una perspectiva puramente Cristiana, basada en La Justicia, y en los derechos de los que menos o nada tienen..

Conoce, los planes de sublevación de los militares, los cuales sin llegar a aceptar, da libertad a sus seguidores para unirse a la rebelión ( para mayor servicio a Cristo y España ).

A pesar de los intentos de salvarle por parte del Bando Nacional, como sobornos a autoridades locales, canje de prisioneros, e incluso el movimiento de una columna de jóvenes falangistas alicantinos (que fueron neutralizados por la Guardia de Asalto y destruidos), José Antonio es Juzgado.

El 17 de Noviembre de 1936 José Antonio es juzgado por rebelión militar, el mismo asumió su propia defensa, la de su hermano Miguel y la esposa de este Margarita Larios.

Su actuación es cálida y brillante, un diario izquierdista Alicantino escribía el día siguiente: -"Gesto, voz y palabra se funden en una obra maestra de la oratoria forense, que el público escucha con recogimiento, atención y evidentes signos de interés."

A pesar de su elocuencia los acusados son condenados a muerte, pero José Antonio caballerosamente apeló en favor de su hermano y mujer, por lo que la pena fue cambiada por reclusión.

A pesar de la interposicion de algunos dirigentes comunistas como Manuel Azaña, y adelantándose los dirigentes locales a la orden de Madrid José Antonio era fusilado la mañana del 20 de Noviembre en el patio de la cárcel de Alicante, junto a otros cuatro jóvenes del pueblo alicantino de Novelda.

Su ultima voluntad fue que limpiaran el patio de la cárcel para que su hermano Miguel no tuviera que pisar su sangre. Sus restos mortales yacen en la actualidad en el Valle de Los Caídos de Madrid, monumento levantado a los caídos de ambos bandos durante la trágica Guerra Civil Española.

El anarquista Abad de Santillán escribió: "Los españoles de esta talla, los patriotas como él, no son peligrosos, y no se han de considerar enemigos. ¡ Cómo habría cambiado el destino de España sí hubiera sido posible un acuerdo entre nosotros como deseaba Primo de Rivera !."

El sueño de José Antonio

El pensamiento José Antoniano, sería difícil de conocer en su autentica dimensión, debido principalmente a las manipulaciones que a lo largo de los años ha sido víctima. Lo que podemos tener claro desde un principio es su hondo amor a España, y el deseo de recuperar su antiguo esplendor.

Su concepción del estado es democrática , ya que aunque postula la desaparición de los partidos políticos por considerar que estos solo buscan el beneficio propio, no el de la comunidad. Defiende la formación de un gobierno nacional, en la que derechas e izquierdas, se juntaran para trabajar por España.

Escribe en 1933 en el diario "Fascio" un articulo que llama "Orientaciones hacia un nuevo estado, en el que da los primeros retazos de su concepción del estado, centrado en la idea de Patria como unidad y totalidad histórica, de la que dicho estado debe ser un instrumento basado en la cooperación y en la solidaridad, no en la lucha de clases o de partidos.
José Antonio critica al Liberalismo, al que ve una excesiva preocupación por la libertad abstracta mientras que prospera la injusticia económica.

Se ha pretendido relacionar el Movimiento Falangista Español, con corrientes políticas extranjeras, pero este representa una concepción particular al marco Español, cuyos factores diferenciadores son: El concepto de Estado, subordinado a los principios morales y al fin trascendente del hombre; el sentido de la dignidad humana; el respeto de la libertad; la afirmación de los valores eternos del hombre; la aspiración católica de la filosofía política y de la estructura de la sociedad como unidades naturales de convivencia política: Familia, Municipios y Sindicatos.

José Antonio dice públicamente que su movimiento no es fascista.

José Antonio propugna un gobierno de salvación nacional para que España, concebida como una unidad de destino en lo Universal, vuelva a sus auténticos orígenes, que se encuentran amenazados por tres peligros:


La anarquía de los partidos políticos

los separatismos

la lucha de clases.


Frente a estos José Antonio propugna el coraje de la juventud para salvar España.

Expuso su sentido de Patria y del Estado que debía servirla, en el acto fundacional de falange:

"Que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa. Que desaparezcan los partidos políticos. Queremos menos palabrería liberal y mas respeto a la libertad profunda del Hombre.

Que todos lo pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino.

Que no se canten los derechos individuales a los que no se puedan cumplirse nunca en la casa de los famélicos, sino que se de a todo miembro de la comunidad política la manera de ganarse con su trabajo una vida humana justa y digna.

Que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra historia, sea respetado y amparado como se merece.

Que España recabe resueltamente el sentido universal de su cultura y su historia. Queremos por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia."

Tras la fusión con las JONS su postura se radicaliza y se hace más enérgica en contra de los separatismos, la escéptica ironía izquierdista y la vacua grandilocuencia derechista.

José Antonio denuncio la traición de la izquierda por su deslealtad con la Patria y por falsificar el destino histórico de España.

Fustigó también a la derecha española por su insolidaridad colectiva, su egoísmo y su insensibilidad con los problemas de los humildes.

La afirmación revolucionaria de José Antonio, sonaba escandalosamente en muchos sectores del conservadurismo español de la segunda república. José Antonio entendió, bien como católico, el principio de la caridad, sin oscurecer el sentido político de la historia, en el que incurrió cierto sector de la derecha española.

Frente al levantamiento armado, José Antonio desde la cárcel manda directrices a sus seguidores de la postura a tomar frente a este.

A pesar de ir en contra de su ideario político, que era eminentemente democrático, ve en el Alzamiento Nacional la única forma de ordena la situación española que bajo el gobierno del Frente Nacional había degenerado en una anarquía de enfrentamientos y asesinatos por doquier.

El mejor de sus discursos, de su breve carrera política es para los historiadores, el que pronuncio el 14 de mayo de 1935: "La monarquía española había sido el instrumento histórico de ejecución de uno de los mas grandes sentidos universales , había sido capaz de sostener el imperio por su virtud fundamental, la unidad de mando, pero la monarquía dejo de ser unidad de mando con Felipe III y la aparición de los validos. Por eso el 14 de Julio significó la destitución de una monarquía sin poder y la vuelta de la vieja nostalgia de la revolución pendiente."

El asesinato de José Antonio a los 33 años en Alicante dio al traste con su corta y brillante carrera política. Quizás de haber sobrevivido al conflicto, la historia de España habría tomado otros derroteros.

Juan Sebastián de Elcano

Juan Sebastián de Elcano completó la primera vuelta al mundo el 6 de septiembre de 1522, tras recorrer 42.000 millas (78.000 kilómetros, casi 2 veces el diámetro ecuatorial de la tierra). Había partido 3 años antes, el día 20 de septiembre de 1519 con la expedición de Magallanes. Regresando sólo con una de las 5 naves, la Victoria.

Juan Sebastián de Elcano representa el aventurero y explorador, ahora clásico, del siglo XVI. Buscando nuevas rutas y descubriendo nuevas tierras.

Vida de Juan Sebastián de Elcano
Elcano, Juan Sebastián de (1476?-1526), navegante y descubridor español que consiguió dar la primera vuelta al mundo, demostrando que la Tierra es esférica. Nace en Guetaria (Guipúzcoa). Adquirió una gran experiencia marinera al enrolarse desde su juventud en barcos pesqueros y comerciales. En 1509 formó parte en la expedición militar dirigida por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros contra Argel. A su regreso se estableció en Sevilla, donde tuvo conocimiento del proyecto del portugués Fernando de Magallanes para descubrir una ruta por occidente, a través de un paso o estrecho por el sur de América, para llegar a las islas de las especias sin atravesar por dominios portugueses.

Magallanes-Elcano.

Elcano tuvo conocimiento del proyecto de Fernando de Magallanes (1480-1521) cuando ambos coincidieron en Sevilla, adonde Magallanes llegó en 1517 proveniente de Portugal, donde sus proyectos de explorar el oriente fueron rechazados.
Magallanes propuso buscar una ruta alternativa para llegar a las islas de las especias, y dicho proyecto fue aprobado por Carlos I en España. El proyecto consistía en llegar a las islas abriendo una ruta por el oeste, pasando sólo por dominios españoles.

Magallanes murió el 27 de abril en un combate con los indígenas en la isla de Mactán (Filipinas).

En un segundo viaje a las Molucas, Elcano murió de escorbuto el 4 de agosto de 1526 durante la travesía del Pacífico.

Crónica de su vuelta al mundo.

Elcano se alistó en 1519 como contramaestre de la nave Concepción con la expedición de Magallanes. Con toda la Armada, cruzó el océano Atlántico y se dirigió a Sudamérica. Invernó en la bahía de San Julián, en la Patagonia, donde hubo un intento de sublevación cuya causa apoyó Elcano. El 21 de octubre de 1520 se adentraron en el deseado estrecho al que Magallanes bautizó de Todos los Santos. El 28 de noviembre salieron al mar del Sur, al que denominaron con el nombre de mar Pacífico o mar de las Damas por los suaves vientos alisios que soplaban. Por él navegaron durante tres meses en condiciones calamitosas al carecer la tripulación de agua y provisiones frescas y, en consecuencia, padecieron de escorbuto. El 24 de enero de 1521 llegaron a las islas Marianas o de los Ladrones.

Muerto Magallanes en las Filipinas, Elcano, al mando de la expedición, se dirigió a las Molucas, a donde llegó a finales de 1521. Allí, en la isla de Tidore, cargó un importante cargamento de especias, con lo que se cumplió el objetivo del viaje. La proximidad de los portugueses, dueños comerciales de la zona, le hizo poner rumbo al oeste. Arribó a la isla de Timor (1522) donde supo de la existencia de otras tierras e islas, las actuales China, Java e Indonesia. Ya sólo con la nave Victoria cruzó el océano Índico, dobló el cabo de Buena Esperanza (mayo de 1522) en el sur de África y, poniendo rumbo al norte, llegaron a las islas de Cabo Verde, que pertenecían a la Corona portuguesa. Aquí supieron que llevaban un día de retraso como consecuencia de haber navegado de Este a Oeste, dando la vuelta a la Tierra. Por fin, después de tres años menos catorce días de navegación, el 6 de septiembre de 1522 la expedición al mando de Elcano, tras recorrer 14.000 leguas, entraba en el Puerto de Santa María con sólo 18 hombres y la nave Victoria, la única que quedaba, cargada de especias.

Escudo de Armas
El emperador Carlos V (Carlos I de España) recibió a los supervivientes en Valladolid y asignó a Elcano una renta anual de 500 ducados en oro (que nunca llegó a recibir), le perdonó una condena que tenía pendiente por vender su barco (éste perdón sí se hizo efectivo) y le concedió un escudo de armas, cuya cimera era un globo terráqueo con la leyenda Primus circumdedisti me (El primero en rodearme). Esta leyenda se puede ver en el buque J. S. de Elcano.

La civilización céltica

La Civilización Céltica

Alain de Benoist

[Trd. Santyago Rivas]



<>. Tal era la opinión de Ernst Renan.

Estos "restos de la raza de los celtas" no han dejado de inspirar a los investigadores. Jean-Jacques Hatt, conservador del museo arqueológico de Estrasburgo ha hecho publicar un estudio titulado Celtas y galorromanos. El joven arqueólogo Guy Rachet no hace mucho dio a luz un ensayo sobre la Galia céltica. La revista Nouvelle Ecole consagró dos números especiales a la civilización céltica. Jacques Harmand, maestro de conferencias de la facultad de letras de Clemont-Ferrand, también ha publicado una extensa obra sobre Los celtas. El surrealista bretón Jean Markale, profesor de letras en París, autor de Los celtas y la civilización céltica, también ha editado sendos ensayos sobre La epopeya céltica de Irlanda y La epopeya céltica de Bretaña, dos textos de una interpretación muy contestable, pero que cuentan con traducción en quince idiomas.



Originarios de Bohemia y Turingia

Para los antiguos, los celtas eran los hombres que venían del frío. <>.

De los habitantes de la Galia, el historiador latino Amnio Marcelino (siglo IV antes de nuestra era) dijo que <>.

Hacia el año –2.200, las primeras tribus indoeuropeas, portadoras de la cerámica del torno y del hacha de guerra, hicieron su aparición en el este de Francia. Ellas introdujeron la rueda, el caballo y, según parece, el perro doméstico.

Hacia el –1.500 (edad media del bronce), hacen su aparición los primeros túmulos funerarios que albergan las cenizas de los protoceltas.

Hacia el –1.250, las grandes oleadas célticas recorren Bélgica, los Países Bajos, Inglaterra, Francia, Suiza y España. Esta dispersión está ligada a la extensión de la cultura de los "campos de urnas" en la Europa central, y quizás a las catástrofes naturales que quisieron perpetuar en recuerdo las leyendas de la Atlántida y de la ciudad de Ys, sumergidas por las aguas.

Escribiendo sobre los pueblos de la Galia, Amnio Marcelino en efecto relata: <>.

<>.

La cuna de los celtas propiamente dichos se sitúa en la región centroeuropea que limita al Oeste con Baviera y al Este con Eslovaquia, más precisamente en Bohemia y en Turingia.

A los ojos de los antiguos, la Germania no era más que una subdivisión de la céltica.

<>.

Los especialistas distinguen, respecto a la era céltica, dos grandes periodos, que corresponden a dos localidades particularmente importantes: Halstatt, en Austria, a partir del 900 antes de nuestra era, y La Tène, en Suiza, a partir del –600.



El Imperio Céltico

Situada en las orillas del lago Neuchatel, la aldea de La Tène está situada a unos pocos cientos de metros de un antiguo modesto campamento céltico que, al parecer, sirvió de estación de peaje. Allí se han descubierto una serie de joyas, armas y aparejos especialmente bien conservados. La aldea ha servido para dar nombre al segundo periodo de la cultura céltica. Hacia el año –600, los celtas de la región de La Tène se pusieron en marcha hacia el Sur y hacia el Oeste. Empujaron a los ilirios hasta el bajo Danubio, atravesaron Tracia y Macedonia y, a través de los Dardanelos, entraron en Anatolia y en el Asia Menor. Fundaron la ciudad de Sigidunum (la actual Belgrado) poco antes de asaltar el templo de Delfos con 150.000 hombres. Otro ramal salvaba los Alpes invadiendo la Italia septentrional. En el año –381 acampan frente a la muralla capitolina, en Roma. En ese momento, su imperio se extiende por territorios inmensos. Pero, a causa de su desorganización, su existencia será breve.

<>.

Por todos los lugares se descubren las huellas de los "Gaels" (los celtas): en el País de Gales, en la Galia, en la Galicia española, la Galizia rusa y la Galatia turca, pero también (alteración de Gal– en Wal–: Walles, "País de Gales") en Valonia ("Wallonia") y en Valaquia, etc.

Al Oeste los celtas chocan con los íberos y los ligures, fundiéndose con los primeros y sometiendo a los segundos. Poco es lo que sabemos de estos pueblos. Su origen es muy discutido y no está demostrado. Los íberos han sido identificados entre los protoindoeuropeos o entre los descendientes autóctonos europeo-occidentales que, durante la edad de piedra, ocuparon las costas desde Gran Bretaña hasta el norte de África. Algunos investigadores británicos han querido identificar el antiguo nombre de Irlanda, "Hibernia", con una "Hiber Land" ("Tierra de los Iberos"). Los más recientes estudios emparentan a los íberos con un pueblo indoeuropeo que habría emigrado a España desde el Cáucaso, donde existe otra región llamada Iberia. Sea como fuere, todo el centro de la España antigua era nombrada Celtiberia. Hoy también parece evidente que los celtíberos no resultaron de una unión sanguínea entre celtas e íberos, sino que la palabra quería significar a "los celtas de Iberia".

La identidad de los ligures, campesinos dolicocéfalos de baja estatura, es todavía más incierta. Parecen ser los habitantes originarios (cromagnoides) del sur de Francia y el norte de España. Estrabón y Posidonio señalan uno de sus pocos rasgos conocidos: eran monoteístas. Su rastro ha quedado marcado por los cientos de toponímicos que incluyen el nombre de su dios (Lug), desde Lyon (Lugdunum), hasta Lugo, en Galicia.

En la Galia, el periodo de La Tène comprende la segunda edad del hierro, desde el –475 hasta la pax romana. Aparece primero en Champagne (civilización de "marmien"), después en Borgoña y más tarde en la región parisina y en Bretaña.

La personalidad de los "celtas continentales" se afirma rápidamente. Bajo su influencia, la Galia se transforma. Las poblaciones indígenas se someten. Las ciénagas son desecadas. Los celtas se empeñan en la tarea de desbrozar y explotar el terrible bosque herciniano, que había permanecido virgen durante milenios. Desarrollan, con suma habilidad, la metalurgia del hierro para su utilización en aperos agrícolas.

El país es rico en minerales. Abundan en oro y el hierro. La Galia queda situada en el centro de las grandes vías comerciales de la Antigüedad: la ruta del ámbar, que parte del Mar del Norte y Schleswig, y la ruta del estaño, que alcanza por vía marítima las islas Casitérides (las islas Scilly, en la costa de Cornualles), para desembocar ambas en el Mediterráneo.

La ganadería comprende las aves de corral, la oveja, los bóvidos y, sobre todo, el cerdo, animal criado de manera semisalvaje que casi alcanza el status de tótem y que, según Estrabón, eran tan vigorosos que los mismos lobos se cuidaban de atacarles.



El dios del martillo y la diosa de los caballos

J. A. Mauduit, especialista en arte prehistórico y autor de un ensayo sobre La epopeya de los celtas, ve en "lo celta" <>.

Y Precisa: <>.

No es exactamente así. Más parece una religión del cielo, y de un cielo solidamente unido a la tierra. El dios principal del panteón galo, Teutatis, presenta el tipo de "divinidad nacional". Su nombre proviene de tuah ("tribu") y tais, forma antigua diminutiva del galo tad ("padre"). La traducción es evidente: "Papá del pueblo", "Padre de la Patria".

Entre los otros dioses célticos figuran Esus, Lug (adaptación del Lug de los ligures), Dagda, Taranis (el dios tronante portador de la rueda solar), Brigit (La Santa Brígida de la tradición cristiana), Epona (la diosa de los caballos y las cosechas), etc.

Sucelus, el dios del martillo (pariente cercano de Thor, el "dios del martillo" de los antiguos germanos y, sin duda, de Perkunas, el dios eslavo del rayo), tuvo un rol especialmente particular, como se deja suponer en sus numerosas supervivencias.

<>. También es conocido que el fallo de un juez no es efectivo hasta que no golpea el atril con su martillo, o que el fallecimiento de un papa no está certificado hasta que el secretario del colegio cardenalicio no golpea su frente con un martillo después de pronunciar la fórmula ritual: "El papa ha muerto".



San patricio y Ossian

Las fiestas principales de la cronología de los celtas son cuatro: Imbold, el primero de febrero, que ha sobrevivido en la festividad de la Candelaria; Beltaine, el primero de mayo, que corresponde a la célebre "noche de Walpurgis", fiesta celebrada en Alemania y en toda la Europa central; Lugnasad, el primero de agosto, fiesta del dios Lug, que en la época de Augusto se confundió con la onomástica del emperador y devendría la gran fiesta "federal" de la Galia romanizada; Shamain, el primero de noviembre, día en que los antepasados pueden irrumpir en el mundo de los vivos, en el que el mundo cristiano celebra la noche de difuntos y los anglosajones su festividad de Halloween.

Contrariamente a la opinión generalizada, el druidismo no aparece sino a finales del siglo VI antes de nuestra era, y siendo un culto importado del exterior.

<>.

Y añade: <>.

Al igual que en toda Europa, el paganismo y el cristianismo hubieron de enfrentarse en la antigua Celtia. Un viejo texto irlandés, conservado en varios manuscritos, relata el diálogo legendario entre Ossian y San Patricio. Ossian empieza recordando las aventuras y las gestas de los tiempos antiguos, las cacerías, las fiestas de la corte y los músicos al servicio de los viejos reyes. <>. Y más tarde añade: <>.

Renan, comentando el texto, escribe: <> (Ensayos de moral y de crítica).

El último rey pagano de Irlanda fue Loegaire. Patricio no consiguió su conversión. Quiso ser enterrado de pie, con todas sus armas. Pero Arturo, que había abdicado de su divinidad, al finalizar hizo rezar un pater noster. Ossian acabó sus días en un claustro. El mismo Merlín, según una leyenda difundida por los monjes, se rindió a los argumentos de San Colombano.

Los celtas se tomaron su revancha. El cristianismo fue penetrado por el influjo de sus mitos. De ahí la larga lucha de las iglesias bretonas contra las pretensiones romanas, descritas por Agustin Thierry. De ahí Scoto Erígena, Duns Scoto y los razonamientos intelectuales de los monasterios irlandeses, que dejaban perplejos a los nuncios latinos.



El gaélico y el britónico

Las lenguas célticas constituyen la rama más occidental de las lenguas indoeuropeas. Comprenden las lenguas gaélicas o "q-célticas" (que conservan la "q" del indoeuropeo "kwe", como en el latín equus, "caballo") y las lenguas britónicas o "p-célticas" (que transforman la "kwe" en "p", como en el griego hippos o el galés epos, "caballo").

En el primer grupo figuran el gaélico irlandés, el gaélico escocés y el manx (hablado en la isla de Man). También engloba al celtíbero, que conocemos gracias a unas pocas inscripciones como la célebre placa de bronce de Botorrita. El segundo grupo comprende al antiguo galo (que desbordaba los límites de la Galia histórica), el galés, el córnico (la lengua de Cornualles) y el bretón.

El céltico continental (el antiguo galo) desapareció primero de la Europa central siendo sustituido por el germano, y después de la Galia por influjo del latín.

Otras lenguas han sobrevivido. Cíclicamente, los restos del mundo celta suelen pasar la prueba de un "Renacimiento" bajo la influencia de tendencias políticas y culturales. Aunque el francés fue declarado lengua oficial siete años antes de la anexión de Bretaña (1532), la lengua bretona es empleada cotidianamente por 750.000, de las que 25.000 son monolingües.

<>.

Las leyendas de los pueblos célticos son la imagen de su arte: se entrezalan las unas con las otras. Los relatos tienen múltiples reanudaciones, los héroes tienen personalidades muy complejas. Recogida por los rapsodas irlandeses, los filid, y por los monjes cristianos, quienes censuraron un importante número de pasajes, la literatura irlandesa se compone de ciclos históricos y mitológicos (ciclo del Ulster, ciclo de Finn, ciclo de los reyes, etc.) en donde actúan los antiguos dioses del Eire, los Tuatha de Dannan, y los héroes legendarios, como Conchobar y Cuchulain.

<>. Pero <>.

El personaje más importante de la tradición gaélica es una especie de Hércules celta llamado Cuchulain. Un misterio pesa sobre su nacimiento. Su padre no sería otro sino el dios Lug, divinidad pancéltica honorada el primero de agosto.



Los grandes textos literarios

Cuchulain ocupa en los relatos irlandeses un lugar comparable al de Lanzarote del Lago en el ciclo de las novelas britónicas de la Mesa Redonda, popularizadas por Chretien de Troyes durante el siglo XII.

Desde su aparición, sobre 1155, escribe Joseph Bédier, <>. Las aventuras de Merlín, de Arturo y Gálahad, de Gauvain y Ginebra, de Pársifal y Lohengrim, nunca han dejado de ser justamente célebres. Nunca han dejado de ser reeditadas.

Las viejas leyendas célticas fueron redactadas entre los siglos IX y XV. Obras en prosa, poesía cortesana, literatura bárdica, grandes gestas épicas, obras de todo tipo literario que forman parte del patrimonio europeo. La Edad Media conoció las cuatro ramas del Mabigoni, textos galos conocidos por manuscritos tardíos que ofrecen una perfecta descripción de la antigua sociedad britónica. En el siglo IX estuvo muy difundida la Navegación de San Bandrán, un relato en latín que narra los viajes de un monje llamado Bandrán o Borondón, quien se embarcó en busca del Paraíso, en el que es fácil ver un avatar del héroe céltico Bran y su viaje al Tyr na n´Og, la tierra de las Hadas, y que no deja de recordarnos a los argonautas y la Odisea. Renan describirá la obra como <>.

En 1155 Robert Wace traduce la primera historia de Arturo al francés. En el siglo XIV las obras del poeta galés Dafydd ap Gwilym (1320-1380) conocerán una fama multinacional. Durante el siglo XVI, la poesía bretona no es la menos renombrada: Marie de France cita el "Lay du Laustic" (del bretón eostig, "ruiseñor").

Sin embargo, todos estos textos no entraron sino hasta fechas muy tardías en las antologías literarias. <>. Los pueblos del Norte eran bárbaros, tardíamente encauzados por la civilización. Ex oriente lux. De la antigua literatura irlandesa, J. P. Mahaffy dijo en 1889: <>.

Gracias al romanticismo, estas obras imprescindibles, que fueron transmitidas en los pequeños cenáculos de generación en generación, pudieron ser redescubiertas. Napoleón se entusiasmaba con los relatos de Ossian. El siglo XIX sufrió el virus de la "celtomanía". Enseguida llegaron los arqueólogos, los historiadores y los lingüistas.

Al igual que los romanos, los celtas <>. En sus relatos, como en las sagas germánicas, se redescubren los temas de la tragedia griega: ética del honor y sentido del deber, inexorabilidad del destino. Estas analogías no han pasado desapercibidas para los investigadores.

<>, escribe Jean Markale al tiempo que precisa: <>.



Amantes apasionados de la guerra

Describiendo los trazos característicos de la civilización céltica, Guy Rachet cita el régimen aristocrático y el rol de la nobleza, la dispersión de las ciudades, las alianzas de sangre, el intercambio de regalos, el sistema de la "clientela", etc.

Entre los celtas continentales, la autoridad paterna era muy estricta. La regla es la familia patriarcal monogámica. En Gran Bretaña e Irlanda las costumbres maritales eran más libres, tanto que en el siglo IV provocarán la indignación de San Jerónimo. <>. Virtuosa exageración.

La mujer gala sigue a su marido a todos los sitios. <>.

Plutarco, en su tratado sobre La virtud de las mujeres, cita el ejemplo de la gala Chiamara esposa de Ortiagon, que hizo decapitar al centurión romano que la había violado y arrojó su cabeza a los pies de su marido. <>. <>.

El comportamiento guerrero es una de las constantes del espíritu celta. Los galos fueron amantes apasionados de la guerra. Los autores antiguos subrayan su coraje al mismo tiempo que su indisciplina, lo que contribuía a sus derrotas.

Polibio, que fue testigo, lo relata: <>.

<>.

Soldados natos, fueron reputados mercenarios. Durante el siglo III antes de nuestra era, asegura Justino, <>.

Sin disciplina, al combatir en masa perecían en masa. A la guerra seguían los sollozos de los cantos fúnebres y las evocaciones de los difuntos. Como relata la leyenda: <>. En la orilla del lago, el héroe se ató a un pilar de piedra, a fin de no caer y poder así morir en pie.

Siglos más tarde, el bretón Chateaubriand evocará con tristeza y respeto a <>.

La dama de Baza

Escultura del siglo IV a.C., una de las mejores muestras del Arte Ibérico. Está realizada en piedra caliza grisácea y representa a una mujer sentada en un trono.

Dentro de la iconografía ibérica, la dama de Baza no es un ejemplo aislado, pero su buena conservación y las especiales circunstancias de su hallazgo han hecho posible relacionar con ella otras piezas hasta ahora dispersas y faltas de explicación.

Los paralelos que este tipo de tallas presentan en todo el Mediterráneo nos llevan a interpretar a la Dama de Baza como una "diosa sentada", cuyo nombre ignoramos dentro de la iconografía ibérica, pero que debió cumplir un papel en el mundo indígena semejante al de Deméter o Perséfone en otras áreas. Se trataba de una divinidad protectora de la vida, que desde la niñez guardaba al individuo y que continuaba su labor después de la muerte, aunque su figura no pertenecía propiamente al mundo de la ultratumba.

Fue descubierta el 22 de julio de 1971 en unas excavaciones realizadas en el cerro de Cepero en la localidad de Baza (Granada). Todo parece indicar que era el enterramiento de un guerrero, según se deduce de las armas y utensilios que aparecieron al pie de la estatua.

Esta obra, por sus características y por su relación con la Dama del Cerro de los Santos y con la de Elche, es un buen ejemplo del arte ibérico, que recoge las influencias del Mediterráneo oriental y Helénicas.

La superficie de la piedra ha sido estucada y pintada totalmente en colores azul, rojo, marrón y negro, aglutinados con yeso. El trono tiene largas alas en el respaldo y está horadado en su lado derecho para recibir las cenizas del difunto. Sus patas delanteras son garras de animal.

La figura femenina presenta un rostro de facciones algo toscas, apreciándose su pelo negro peinado con dos grandes ondas laterales, por debajo del tocado. Éste consiste en una cofia o tiara que cubre parcialmente las orejas y que está decorado sobre la frente con tres bandas, siendo quizá la última una diadema. Los pendientes, de gran tamaño, debían de ser huecos, y penden directamente desde el lóbulo de la oreja.

Cuatro gargantillas cubren el cuello, dando paso a un collar formado por cuentas discoidales o en forma de tonel, del que penden cinco colgantes.

Un segundo collar sigue al primero, con tres piezas de forma acorazonada. El adorno personal se complementa con numerosos anillos en los dedos y varias ajorcas en cada muñeca.

En cuanto al traje, la figura va cubierta desde la cabeza a los pies por un manto abierto por delante que forma pliegues bien conseguidos, aunque convencionales, en los laterales de la cabeza y sobre el cuerpo.

Una túnica azul con una cenefa inferior constituye el vestido, bajo el que se aprecian dos sayas más, apoyada la segunda sobre los zapatos, que dejan adivinar la forma de los pies, apoyados sobre un resalte. La figura sostiene cuidadosamente en su mano izquierda un pichón pintado de azul con el ojo indicado mediante un círculo negro.

La entrevista Franco-Hitler en Hendaya

Llega el tren que conduce a Su Excelencia el Caudillo a la estación de Hendaya poco después de las tres de la tarde. Hace S.E. el viaje en el "break" de Obras Públicas, acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, señor Serrano Suñer, y los jefes de sus Casas Militar y Civil.

A la llegada del tren es recibido en el andén por el Führer, a quien acompañan su ministro de Negocios Extranjeros, señor Von Ribbentrop, el mariscal Keitel y todo su Estado Mayor. Una vez hechas las presentaciones de los séquitos respectivos, invita el Führer a Su Excelencia a pasar a su coche-salón, donde se ha de celebrar la entrevista.

En el dicho coche-salón, y en una mesa rectangular para seis personas, toman asiento S.E. el Jefe del Estado, el Führer, el señor Serrano Suñer, el señor Von Ribbentrop, un intérprete y el barón De las Torres, que actúa como intérprete por parte española, prohibiéndose el acceso a dicho salón de ninguna otra persona, ya que los embajadores de Alemania en Madrid, señor Von Sthorer, y de España en Berlín, general Espinosa de los Monteros, han permanecido con el resto del séquito.

El Führer está sentado en una cabecera, teniendo a su derecha al Caudillo y a su izquierda al señor Serrano Suñer; a la derecha del Caudillo está el señor Von Ribbentrop.

Comienza S.E. el Jefe del Estado señalando la satisfacción que le produce el encontrarse por vez primera con el Führer, a quien de nuevo reitera las gracias por la ayuda que Alemania prestó a España durante nuestro Glorioso Movimiento Nacional.

El Führer contesta a S.E. diciendo que es también para él muy grato el momento de encontrarse con el Generalísimo, y después de ensalzar la gesta del pueblo español, que ha sabido enfrentarse contra el comunismo a las órdenes de S.E., señala la importancia que tiene la reunión de ambos Jefes de Estado en este momento crítico de la guerra en Europa, en que acaba de ser derrotada Francia.

Empieza el Führer por hacer una relación bastante minuciosa de todos los acontecimientos ocurridos hace trece meses, y que han dado origen a la guerra mundial, insistiendo que él no quería la guerra, pero que se ha visto obligado a aceptarla con todas sus consecuencias. Pinta la situación de Europa como completamente favorable a las armas alemanas, diciendo textualmente: "Soy el dueño de Europa y como tengo doscientas divisiones a mi disposición, no hay más que obedecer". Continúa el Führer ponderando la eficacia y dominio de las fuerzas alemanas, asegurando que ser cuestión de muy poco tiempo el aniquilamiento de Inglaterra, cuya invasión se está preparando con gran eficacia, y que le interesa tener prevenidos y sujetos todos los puntos neurálgicos que pueden ser de interés para sus enemigos, y por ello es por los que le ha interesado tener esta conversación con el Caudillo, pues hay varios puntos en los que España está 1lamada a desempeñar un papel muy importante, y que no hay duda que velando por sus intereses políticos lo llevará a cabo, ya que si dejara pasar esta oportunidad no se le podría presentar nunca más.

A este respecto, dice que le interesa y preocupan tres puntos, que son: Gibraltar, Marruecos e Islas Canarias. Continúa diciendo el Führer, al pasar a tratar de Gibraltar, que ésta es una cuestión de honor para el pueblo español, el reintegrar a la patria este pedazo de suelo que está todavía en manos extranjeras, y que por su situación privilegiada en el Estrecho sea el punto de apoyo más importante que para la navegación por el Mediterráneo tienen los aliados, y que, por tanto, hay que ir tomando en consideración la necesidad de que se cierre el Estrecho, ya que si Ceuta y Gibraltar estuvieran un manos españolas, sería imposible la navegación.

Ataca el segundo punto referente a Marruecos, diciendo que España, por su historia y por otros muchos antecedentes, es la llamada a quedar en posesión de todo el Marruecos francés y de Orán (después Argelia), y que, desde luego, si España entraba en la guerra como aliada del Eje, se le garantizaba el dominio de los territorios antes citados.

Por lo que se refiere a las Islas Canarias, dice que, aunque está convencido de que los Estados Unidos no han de entrar en la guerra, pues no tienen intereses de gran envergadura en ella, no así los ingleses, que aunque sufren una situación precaria actualmente, en cualquier golpe de mano podrían hacerse con ellas y sería, desde luego, un golpe muy fuerte contra la campaña submarina que con toda eficacia se está llevando a cabo.

Su Excelencia el Jefe del Estado contesta a los puntos que acaba de mencionar el Führer, diciendo que aunque es exacto que Gibraltar es un pedazo de tierra española que hace muchos años está en manos ajenas, y que sería de gran satisfacción para el pueblo español que volviera a formar parte de la patria, hay que comprender que lo que al Führer le parece muy fácil, que es tomar la ofensiva contra Gibraltar, supone para un pueblo que acaba de pasar por una de las más terribles guerras civiles un sacrificio, ya que no tiene aún cerradas las heridas de todo orden que ha sufrido, y que sería una muy pequeña compensación para los estragos y dificultades que la entrada en guerra con Inglaterra supondría.

Por otro lado, continúa el Caudillo, por lo que se refiere a Marruecos, debe tenerse muy en cuenta el esfuerzo que para una España aún no rehecha de la guerra civil supone el mantenimiento de los efectivos militares que tiene en su zona y que obliga a las tropas francesas a mantener unos efectivos importantes inactivos que no pueden acudir a otros sectores. Continúa el caudillo diciendo que agradece mucho los ofrecimientos que para después de la guerra, y en el caso que entrara España en ella, se le hacen de la zona francesa y de Orán, que no se le ha ocurrido pedir, pero que estima que para ofrecer las cosas es necesario tenerlas en mano, y que, hasta ahora, el Eje no dispone de ellas. Añade el Caudillo que este problema de Marruecos no lo ha considerado él vital para España, y comprende que no se le ha hecho justicia a nuestro país y que no se le ha reconocido la situación que por derecho e historia le corresponde; pero que habiendo sido, como lo prueba la Conferencia de Algeciras, problema que siempre suscitó la intervención de todos los países, aun de aquellos que más alejados se encontraban de él, estima que no debe procederse a la ligera, sino, por el contrario, sin hacer dejación ninguna de los derechos que le asisten, examinar el problema con toda frialdad.

Por lo que se refiere a las Islas Canarias, no cree el Caudillo que puedan ser objeto de un ataque, pero, desde luego, reconoce que aun cuando existen en las Islas efectivos necesarios, los medios de defensa de que disponen las Islas no están a la altura de las circunstancias, pues el armamento no es eficiente.

A esto contesta el Führer diciendo que se enviarían por Alemania las baterías de costa de gran calibre que fueran necesarias, así como los técnicos encargados de montarlas y enseñar su manejo.

Señala el Caudillo, con referencia al cierre del Estrecho de Gibraltar, que considera de mucha más urgencia e importancia el cierre del Canal de Suez, pues el corte de éste traería aparejada la inutilidad del Estrecho de Gibraltar, y pasaría el Mediterráneo pasaria a ser un mar muerto. El Führer se mantiene en su postura de que considera más importante cerrar por Gibraltar que por Suez.

Insiste Hitler en señalar los grandes beneficios que reportaría a España una intervención como aliada del Eje, manifestando que cree llegado el momento en que España tiene que tomar una determinación, pues no puede permanecer indiferente a la realidad de los hechos y de que las tropas alemanas se encuentren en los Pirineos. Y añade que como mañana o pasado tiene concertada una entrevista con el mariscal Petain y el señor Laval en Montoire, quiere saber a qué atenerse respecto a la actitud de España para obrar en consecuencia con respecto a Francia.

Contesta a esto el Caudillo que no cree que tenga nada que ver la actitud de España en las conversaciones con una potencia que acaba de hacer ofrecimientos, pues, una de dos, o estos ofrecimientos no son más que el cebo para una posible entrada de España en la guerra o no se piensa cumplirlos si la actitud de Alemania con el Gobierno de la Francia derrotada no es excesivamente dura.

Esta contestación del Caudillo no parece agradar mucho al Führer (seguramente porque es verdad), y recalca de una manera un poco vehemente, y sin recoger lo dicho por el Generalísimo, que él no puede ir a Montoire a entrevistarse con Petain sin conocer una actitud definida por parte de España.

El Generalísimo vuelve a insistir en lo antes manifestado, y además reitera que España, que acaba de sufrir una gravísima guerra civil, que ha tenido cerca de un millón de muertos por todos los conceptos, que está falta de víveres y de armamento, no puede ser llevada sin más a una guerra cuyo alcance no se puede medir, y en la cual no iba a sacar nada.

(Al llegar a este momento se suspendió la sesión, que ha durado desde las cuatro menos cuarto a las siete menos veinte. La conversación ha resultado lenta por tener que traducirse del español al alemán y viceversa. Una vez terminada la conferencia se traslada el Caudillo a su coche-salón hasta la hora de la comida que ofrece el Führer a Su Excelencia y a su séquito. Se reanuda la conferencia poco después de las diez y media de la noche.)



En la segunda parte de la conferencia se nota desde el principio el afán del Führer de hacer ver la Caudillo la conveniencia de entrar aliado de Alemania en la guerra, por estar ésta, como quien dice, virtualmente ganada, y asegurando que tendría España cuanta ayuda pudiera necesitar tanto en provisiones como en armamento.

Vuelve el Caudillo a insistir en lo que tantas veces he repetido durante el curso de la conversación, de que España no está preparada para entrar en ninguna guerra, y que no se le pueden pedir sacrificios inútiles para no obtener nada por ellos, y que considera que ya es buena ayuda la neutralidad española que le permite no tener efectivos en los Pirineos y la distracción de fuertes contingentes franceses por nuestras fuerzas militares en la zona de Marruecos, aparte de lo que representa el haberse adueñado España de Tánger, evitando que lo hicieran otros.

El Führer a esta contestación, y visiblemente contrariado, manifiesta que, aunque eso es verdad, no es lo suficiente ni lo que necesita Alemania.

El Caudillo le vuelve a contestar que él no puede llevar al pueblo español a una guerra que, desde luego, sería impopular, ya que en ella no se podría alegar que estaba implicado el prestigio ni la conveniencia de España.

Después de un forcejeo insistiendo ambos jefes de Estado en sus puntos de vista, y teniendo en cuenta que quiere llegarse a una solución por parte de Alemania, propone el Führer, de acuerdo con su ministro de Asuntos Exteriores, señor Von Ribbentrop, que se firme por parte de España un compromiso en el que se compromete a entrar en la guerra al lado de Alemania cuando ésta estime necesario que lo haga más adelante.

El Caudillo vuelve a insistir en los tan repetidos puntos de vista respecto a la imposibilidad de España de entrar en una guerra que no le habría de reportar ningún beneficio y que, por tanto, aunque fuera un compromiso aplazado, él no lo puede aceptar.

Se siguen manteniendo durante más de tres cuartos de hora los respectivos puntos de vista y, pasadas las doce y media, el Führer, que ha ido cada vez perdiendo más su control, se dirige en alemán a Ribbentrop y le dice:"Ya tengo bastante; como no hay nada que hacer, nos entenderemos en Montoire".

El Führer, dando muestras de su soberbia o de su mala educación, se levanta de la mesa y, de forma completamente militar y agria, se despide de los presentes, acompañado de su ministro de Asuntos Exteriores.

Poco después, y ya de manera oficial, tiene lugar la despedida en el andén en forma aparentemente cordial.

A la una menos cinco arranca el tren que conduce a Su Excelencia, quien creo ha sacado una impresión del Führer distinta a la que se había imaginado, como aquel señor que cree encontrarse con otro y se lleva un chasco.

Mi impresión, como español, no puede ser mejor, pues conozco a los alemanes y sé sus procedimientos, y teniendo en cuenta la fuerza que tienen hoy en día dominando Europa entera, la actitud del Caudillo ni ha podido ser más patriótica ni más realista, pues se ha mantenido firme ante las presiones, justificadas o no, del Führer y ha pasado por alto con la mayor dignidad los malos modos, al no ver satisfechos sus deseos, del Führer-canciller."

La Galia Romana

La Galia Romana

Alain de Benoist

[Trd. Santyago Rivas]





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Jean-Jacques Hatt, profesor de letras en la universidad de Estrasburgo, es el benjamín de una gran familia de braceros alsacianos. También es arqueólogo aficionado, y uno de los grandes, hay que añadir. Los domingos recorre la campiña a pie señalando todos los lugares interesantes con precisión metódica. Nombrado conservador del museo arqueológico de Estrasburgo, ha publicado varios ensayos sobre los enterramientos galorromanos, sobre la religión celta y sobre Estrasburgo en tiempos de los romanos. Le debemos, especialmente, una bella interpretación (siguiendo los trabajos de Dumezil sobre la ideología tripartita de los indoeuropeos) de los motivos que figuran en las planchas de plata del célebre caldero céltico de Gundestrup.

En cuatrocientas páginas, Jean-Jacques Hatt, utilizando los testimonios de la historia aportados por los descubrimientos arqueológicos, ha puesto los puntos sobre las íes. Su Historia de la Galia romana (Histoire de la Gaule romaine) cubre un periodo que abarca desde el año 120 antes de nuestra era hasta el 451.

La obra está dedicada a los resistentes de Gergovia, aplastados por los legionarios de César. Pero el conquistador también aparece bajo el semblante de una noble figura. El autor no comparte la opinión de Tito Livio, quien consideraba las campañas del procónsul romano contra los helvecios y los germanos, después de la conquista de la Galia, simples iniciativas personales destinadas a debilitar a los "pacifistas" del Senado.



De Bello Gallico

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El destino decidirá de otra manera. En año 58 antes de nuestra era, César es reclamado por los habitantes de la Narbonense, inquietos ante las razzias de los celtoligures y los galos. El protectorado que ha intentado instaurar es un fracaso. La revuelta amenaza. Los embajadores romanos son masacrados en Cenabum. Es el comienzo de la insurrección: De bello gallico.

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¿Hay que concluir que los sacerdotes del culto céltico no fueron ajenos a la declaración de las hostilidades? El bosque de los Carnutes era un gran centro de peregrinación en honor de los dioses celtas, y en el lugar donde hoy se levanta la catedral de Chartres todos los años se celebraba la gran convención de los druidas. El responsable de la sublevación fue un tal Gutuater, a quien las crónicas romanas presentan como un hombre ilustrado. "Gutuater", explica Jean-Jacques Hatt, es un nombre común que significa "gran padre" o "jefe de los padres", esto es: jefe de los druídas.

Al año siguiente los auvernios se suman a la sublevación. Su caudillo, Vercingetorix, toma el mando de una gran coalición antirromana. Es derrotado. Ordena entonces la táctica de la guerrilla. Es nuevamente derrotado. Después, ordena la táctica de la tierra quemada.

Las legiones de César siguen avanzando. Vercingetorix razona en términos de "maquis". Los eudones y los bellovacos se suman al movimiento de resistencia. Pero César, en una magistral maniobra envolvente, sube hasta las fronteras de Germania para atacar desde el Norte en vez de por el Sur. Los galos se retiran a las fortalezas del macizo auvérnico. Es el episodio de Alesia, seguido de la capitulación.

Las tribus que, en año –52, participaron en la defensa de Alesia procedían de todos los rincones de la Galia. El análisis de las armas y aparejos descubiertos en el campo de batalla así lo confirma. Estos instrumentos están expuestos en el museo galorromano de Saint-Germain-de-Laye, inaugurado en 1862 por Napoleón III.



Hermann el querusco

En la sala del museo consagrada a la conquista, se expone una maqueta que muestra los trabajos romanos empleados en el cerco del monte Aixois, las máquinas de guerra, los arietes móviles, las rampas y las catapultas, que atestiguan el mimo y la diligencia de los artesanos del aguilucho [Napoleón III, NdT].

En el año –50, la resistencia es definitivamente liquidada con la sumisión de los armoricanos, los carnutes y los aquitanos. Se conoce la suerte de Vercingetorix vendido como esclavo: Vae Victis!

Quince años más tarde, la conquista es un hecho consumado. La romanización comienza a dar frutos. Las fronteras se estabilizan, los galos muestran una fidelidad absoluta a la dinastía flavia, defendiendo los márgenes ante cualquier amenaza. La Galia deviene romana, durante cuatro siglos, antes de ser merovingia.

Los germanos, por el contrario, se muestran irreducibles. Por las gargantas del Ródano, las legiones se lanzan al asalto de las tierras al norte del Rhin, sin resultados. Flujo y reflujo, avances y retrocesos: todos los inviernos los germanos recuperan las comarcas ganadas popr Roma en los vranos. Entre Metz y Estrasburgo, los campos están sembrados por los restos de las batallas.

Un general romano de mediocre envergadura, Quintilio Varo, es cercado por la tribu de los queruscos al mando de Arminius (Hermann), noble germano que antaño sirvió en el ejército romano como oficial. Hostigados desde todos los puntos, las legiones se ponen en marcha y se adentran en los bosques. El asalto final se libra en la región de Detmold.. Ningún oficial romano logra escapar de la Selva Negra. Solamente unas pocas decenas de soldados rasos y algún que otro decurión pueden dar testimonio en Roma. De las tres legiones y nueve cuerpos auxiliares, más de 20.000 hombres, dos tercios de las tropas del Rhin, nunca más se supo. Germania escapa al control del Senado.

Durante años, nos cuenta Suetonio, Octavio Augusto solía despertarse a media noche, entre gritos: <<¡Varo, Varo! ¿Dónde están mis legiones?>>

En el año 14 de nuestra era, Germánico, sobrino de Tiberio, enviado para vengar a Varo, se empeña en una campaña de masacres y devastaciones entre el Rhin y el Lippe. El santuario más célebre de toda Germania, El pilar de madera que representa a Wotan, en Tanfana, es destruido. Pero dos años más tarde, la flota enviada por Germánico para atacar la retaguardia germana naufraga frente a la isla de Albacia (Heligoland). Los germanos nunca cedieron en su independencia y, hoy en día, la estatua de Hermann el querusco se alza en el bosque de Teutoburgo.

Roma, con el devenir de los tiempos, sería destruida por aquellos a los que quiso someter. Las primeras invasiones de los alanos y los vándalos no llegarán hasta el año 352. Durante tres siglos los germanos no pudieron ni pensar en tomar represalias contra el enemigo.

Jean-Jacques Hatt observa: <>.

El contraste entre la actitud de los galos y la de los germanos es flagrante. Solamente la Galia conoció las ventajas de la romanización, aunque siempre se reservó ciertas características de su personalidad.

<<¿Cómo fue que estos galos, que entre los años 58 y 50 aC lucharon fieramente por su independencia, durante el reinado de Nerón fueron los sujetos más leales al Imperio Romano?>>



El espíritu "provinciano" de la Galia conquistada

Jean-Jacques Hatt responde que, a principios de nuestra era, la Galia era el teatro de operaciones de importantes intercambios culturales y comerciales.

<>.

Después de haber sufrido bajo Calígula, la Galia respira durante el gobierno de Nerón. <>.

Marco Aurelio (161-180) es uno de los últimos grandes emperadores romanos. Filósofo estoico, fue el representante de un ideal <>.

Poco después, los cristianos aparecen en Lyon. La población no les presta atención. Una carta dirigida por los lyoneses del partido cristiano a sus hermanos de Oriente <>. Eusebio menciona a diez mártires, entre los que se encuentra Potino, diácono de Arlés. Es el principio de un enfrentamiento entre el culto naciente y el paganismo galorromano. La evangelización comienza en el siglo II, con Ireneo.

Después del asesinato de Caracalla, en el 217, el Imperio Romano degenera rápidamente. Macrino se sumerge en las devociones y los vicios. El sirio Heliogábalo, gran sacerdote de Baal, es proclamado dios supremo del Imperio. Las princesas exóticas reinan sobre la ciudad de Catón. La economía está en crisis. Los esclavos se sublevan. Una vez desaparecida la dinastía de los Severo, se suceden los periodos de anarquía. Roma ya no es Roma. A cada pronunciamiento, el ejército del Rhin a de acudir para poner orden, abandonando las fronteras y abriendo el acceso de la Galia a los francos y los alamanes.

Una especie de imperio galo se esboza en la Galia del norte y del noreste. El país se divide en una Diócesis de las Galias, al norte del Loira, y una Diócesis de Arlés, que comprende Aquitania, la Narbonense y los Alpes hasta Ginebra.

El ascenso de Constantino, con el edicto de Milán, abre un nuevo periodo de incertidumbres. Pero Juliano logra restablecer la calma, imponiendo el orden en la Galia. <> precisa Hatt. <>. El "Apóstata" encauza la situación política, económica y financiera, restituye la justicia en su derecho. La Galia ama a su César, comparado a <>.

La Galia romana vive sus últimos momentos felices bajo Graciano (375-383). Pero la situación se degrada de nuevo. La decadencia sigue su curso. En las fronteras, los alamanes están muy agitados. En la capital, el viejo espíritu romano no es más que un recuerdo. San Martín comienza la evangelización de los campos y aldeas. Por todas partes, los campesinos, los "pagani" (pagus, "campo") rechazan abandonar la fe de sus padres y permanecen fieles a las divinidades de los ríos y de los bosques. Teodosio proscribe el paganismo bajo pena de muerte. Iglesias y monasterios se instalan para atravesar, intactos, la larga noche medieval.

Durante el siglo IV la frontera renana se derrumba. La Galia poco a poco, se disloca de la autoridad imperial. Hatt precisa: <>. En el 406, la irrupción de los vándalos, de los suevos y de los alanos pone término a las especulaciones. La Galia deja de ser romana.

La guerra como estrategia

La Guerra como estrategia de interacción social en la Hispania prerromana: Viriato, jefe redistributivo.








La semblanza que del famoso jefe lusitano consagra la historiagrafía antigua sirve de paradigma para reflexionar sobre un fenómeno de hondo significado en la vida de los pueblos prerromanos, la guerra. Entre los muchos enfoques posibles, la acción bélica es revisada en tanto mecanismo de contacto cultural generador a su vez de una serie de efectos sociales y económicos en el seno de los grupos litigantes. Recurriendo además de a las fuentes literarias, a apoyos arqueológicos (distribución de riqueza en necrópolis de fines de la Edad del Hierro, con especial atención a las “tumbas de guerrero”) y a modelos antropológicos, intentaremos dilucidar el papel que la redistribución de botines y tributos guerreros -entendidos como el resultado de un intercambio violento en cualquier de sus modalidades (contienda, ataque puntual, robo...)- desempeña en la articulación socio-política de las gentes del occidente peninsular. La manera en que los “jefes militares”, que son quienes suelen dirigir estos repartos, proceden a la distribución de mercancías entre la población, se muestra en el registro literario como argumento moralizante o anecdótico según los casos. Pero al tiempo constituye un testimonio útil para refrendar la existencia de una fuerte jerarquización habida cuenta que este procedimiento camufla en sí mismo una medida de ordenamiento social. Sólo en este sentido nos permitimos calificar a Viriato con el poco ortodoxo apelativo de jefe redistributivo.





“Era frecuente entre los pueblos peninsulares, antes y aún después de la llegada de los romanos, la formación de bandas armadas que desgajándose de las normas corrientes de vida se lanzaban a la aventura para vivir del robo y el saqueo. Los descontentos, los desheredados de la fortuna, los segundones, los perseguidos, los arruinados, todos los que, en suma, no sabían o no podían ganarse el sustento diario en paz y en armonía con el medio ambiente, iban a nutrir el núcleo siempre vivo y fecundo de estas bandas de forajidos.



Dada la procedencia de sus componentes y el régimen de vida a que estaban entregados, es de presumir -y los textos lo confirman, como hemos de ver- que en ellas las cualidades más destacadas habían de ser la audacia, la agilidad y la destreza; su modo de ataque preferido, el rápido golpe de mano; su defensa obligada, la ágil huída. Anidaban, como los pájaros de presa, en los escarpes de las sierras; allí tenían sus refugios y allí sus familias. Del monte o de la sierra bajaban al llano, cayendo de modo imprevisto sobre el pueblo o aldea elegido como víctima. Una noche bastaba para llevarse sus cosechas o sus ganados, volviéndose al amanecer a sus recónditos nidos serranos. También acechaban los caminos más frecuentados, despojando a quien tuviese la desgracia de caer en sus manos. Pero a todo otro botín preferían el ganado por su facilidad de conducción, por sus ventajas, como reserva viva y semoviente, y por su mayor valor. Los cereales necesitaban silos para su conservación, lo que no se avenía con los frecuentes traslados de las cuadrillas, a más que su transporte era difícil y engorroso. Los bienes de otro orden es natural que no interesen tanto, pues su modo de vida les impedía comerciar o cambiar. En suma, robaban, al parecer, para vivir” (1)



Cincuenta y cinco años atrás, con un discurso titulado “Bandas y guerrillas en la lucha con Roma”, del que las anteriores líneas constituyen el párrafo inicial, ingresaba como miembro numerario en la Real Academia de la Historia D. Antonio García y Bellido. Dicho trabajo marcó un hito considerable en la historiografía dedicada al estudio de las gentes del occidente hispano en víspera de su conquista y conversión en provincia del creciente dominio romano. Lo que antes había sido atención casi exclusiva a los hechos bélicos, el progresivo avance de Roma y la resistencia de los indígenas (no exenta de episodios heroicos tan del gusto de los intelectuales de la primera mitad de este siglo ocupados en la Antigüedad peninsular), se torna en el ensayo de García y Bellido, y no es el único mérito que atesora su discurso, en una indagación más profunda en las circunstancias socio-económicas y medioambientales que rodean a las comunidades del poniente ibérico. El rastreo de tal trasfondo y el diagnóstico final de los problemas que afectan a aquellas regiones le sirve a García y Bellido para entender -y quizá justificar- la imagen estereotipada que de los lusitanos y otras entidades indígenas brindan los autores clásicos, con precisión los conocidos pasajes de Diodoro (2) y Estrabón (3). Tales son los presupuestos que contribuirán a encasillar a estos pueblos dentro del cliché de fieros bandoleros y aguerridos pastores-guerreros desde entonces en la literatura científica. Así lo ejemplifican en una estampa tan gráfica como indudablemente cautivadora -por ello no nos hemos resistido a reproducirlas- las palabras de García y Bellido con que abríamos esta introducción.



Los objetivos de este artículo son modestos. No se pretende desgranar la mecánica ideológico-política que lleva a los escritores antiguos a esbozar tan particular dictamen sobre las comunidades prerromanas, ni revisar el legado del mismo en la tradición investigadora española; últimos y oportunos trabajos han ahondado en este propósito con buen tino (4). Tampoco tienen estas páginas por cometido específico la cuestión del “bandolerismo lusitano”, si bien será traído tangencialmente a colación en distintos momentos; la prolija bibliografía suscitada y una sensación de cierto agotamiento historiográfico van a evitar en esta ocasión que insistamos en el tema (5). Por parecidas razones, no es éste un estudio a fondo sobre las prácticas militares y el alcance total de la guerra en las comunidades prerromanas, materias a las que se han dedicado varias síntesis en los últimos años (6). Centrará nuestra atención tan solamente la interacción de tres aspectos, lógicamente relacionados con todo lo anterior, que se revelan de máxima importancia en el estudio de los pueblos ibéricos: la guerra como mecanismo de contacto cultural, sus distintos efectos resultantes (fundamentalmente económicos) y las consecuencias que todo ello depara en la articulación social de los grupos protagonistas. Más exactamente, lo que sigue no es sino un encadenamiento de reflexiones sobre la conflictividad bélica en las comunidades del occidente peninsular como vehículo de enriquecimiento económico y como estrategia de ordenamiento social, a partir de la observación de un par de acciones concretas: la toma de botines de guerra y su reparto por parte de las elites rectoras.



Más que como objeto de análisis monográfico, los protagonistas de este ensayo -lusitanos y pueblos vecinos (vetones, vacceos, astures...) en los últimos siglos antes del cambio de Era- serán tomados como exempla para ilustrar las ideas en discusión (muchas provisionales y no pocas arriesgadas dada la penuria documental; lo adelantamos ya). Para ello nos serviremos en primer lugar de las noticias literarias antiguas, escasas e imprecisas pero, qué duda cabe, de incuestionable valía si de ellas se hace un uso contrastado y crítico; en este sentido el capítulo de Viriato adquiere especial significación para nuestro propósito. Pero, además, se atenderá a la información arqueológica proporcionada por las necrópolis meseteñas más occidentales de la Edad del Hierro Final, especialmente las del círculo vetón, con el fin de hallar a la luz de sus datos, si no confirmaciones absolutas, siquiera algún apoyo relativo para nuestra argumentación. Cabe añadir finalmente que, en determinados lances y siempre con justificación lógica -creemos-, el método comparativo antropológico será un recurso al que acudir habida cuenta de la riqueza de miras que el dilatado horizonte etnográfico procura a la investigación sobre la Antigüedad.