sábado, 26 de diciembre de 2009

La romanización de Hispania

Las campañas militares en Hispania: la muralla de Tarragona


Con ocasión de la segunda guerra púnica, que enfrentó a Roma con Aníbal, los ejércitos romanos intervienen en una Hispania para ellos en gran medida desconocida. Publio Escipión llega como general romano a la Península en el año 217 a. C. Él y su hermano conquistarán Sagunto en el año 212 a. C. Ambos morirán en combate un año después, en el 211. A los Escipiones se atribuye la fortificación de la primera gran plaza fuerte en Hispania, la ciudad de Tarraco, actual Tarragona. Su muralla ciclópea, que el naturalista Plinio llamó opus Scipionum, "obra de los Escipiones", fue levantada aproximadamente en aquella época. Se ha excavado en los últimos decenios. El relieve de una diosa armada, apoyada en su gran escudo, sobre la llamada torre de San Magín, protegía la entrada de la nueva ciudad romana. Con esta imagen elevada se encontraban los que venían por el camino del puerto a la ciudad ya a finales del siglo III a. de C. La imagen propagandística se dirigía tanto a iberos como a romanos. Un famoso monumento o torre funeraria de planta cuadrangular, a cinco kilómetros al norte de la ciudad de Tarragona, ha sido considerado por la tradición como el "Sepulcro de los Escipiones" por los dos varones en relieve y de pie que lo decoran. En realidad es de época posterior, ya romano y los personajes representados, vestidos con sagum o capa ibérica, son tal vez dos esclavos que lamentan al difunto y le aguardan ante la

tumba.

El territorio ibérico de esta zona refleja las tensiones de estos años

iniciales de la guerra: se construyen nuevos poblados amurallados y surgen pequeños asentamientos de carácter militar, como Puig Castellet en Lloret de Mar (Gerona).



Escipión conquista Carthago Nova y funda Itálica

En el año 211 a. C. Publio Escipión Africano, fue elegido por el pueblo procónsul en Hispania tras la muerte de su padre y de su tío. Joven impetuoso, al que decían inspirado y protegido por la divinidad, en el año 209 a. C. llevó la guerra más allá de la frontera del Ebro y tomó por sorpresa, atacándola simultáneamente por tierra y por mar, la capital militar y económica de los cartagineses en España: Carthago Nova, la actual Cartagena. Se apoderó de sus inmensas riquezas de plata y liberó a los nobles iberos, rehenes de los cartagineses. Su ejército pudo servirse en las campañas de Hispania de la famosa espada ibérica de hoja curva, la falcata.

Tres años después, en el 206 a. C., los cartagineses fueron decisivamente derrotados en Ilipa, cerca de Sevilla, en la actual Alcalá del Río. Escipión tenía así abierto el camino de Cádiz en la que entraría luego felizmente. Con los veteranos heridos en la guerra fundó sobre un asentamiento indígena una ciudad, Itálica, que se convertiría en un puesto militar avanzado durante la posterior conquista de Hispania y la primera fundación con lengua e instituciones latinas fuera de Italia y Sicilia.

Poco después, en el 202 a. C., Escipión vencería definitivamente a Aníbal en Zama, en el norte de Africa, triunfo que le valdría el sobrenombre de Africano. Concluía así la segunda guerra púnica entre Roma y Cartago. Uno de los principales escenarios de dicha guerra había sido la Península ibérica. Hispania quedaba de este modo definitivamente abierta al dominio de Roma.



Los lusitanos se enfrentan a Roma: Viriato

Poco después de la conclusión de la segunda púnica, en el año 197 a. de C., la administración de Roma divide a Hispania en dos provincias, la Citerior y la Ulterior. surgen enseguida las primeras revueltas de los iberos y de las poblaciones indígenas contra el poder de Roma. A mediados del siglo II a. de C. tienen lugar las guerras lusitanas (155-136 a. C.) y, simultáneamente, las guerras celtibéricas (154-133 a. C.), ambas de extrema dureza y crueldad y causa de graves preocupaciones para Roma.

Viriato, caudillo de los lusitanos, pastor y príncipe, resiste con sucesivas victorias frente a Roma en una guerra de apariciones súbitas y veloces retiradas, de repetidas sorpresas y emboscadas.

"Y Viriato atacó con seis mil hombres con el tumulto y griterío propio de los bárbaros y con el cabello largo, que suelen agitar en las guerras ante los enemigos para infundirles miedo (...)"Apiano, Historia Romana, VI, 67 (traducción de F.J. Gómez Espelosín, 1993, pp. 96-97).

En el año 139 a. C Viriato fue asesinado en su tienda mientras dormía por tres de los suyos, que le traicionaron. Poco después los lusitanos y sus partidarios depusieron las armas ante Roma.

Con estas palabras nos describe el historiador Apiano las fastuosas

exequias fúnebres, propias de un rey, que dispusieron los partidarios de Viriato; probablemente los allegados y compañeros de armas mantenían una vinculación de fidelidad con su jefe tanto en la vida como en los ritos sagrados de la muerte:"Adornando el cadáver de Viriato con esplendor sumo le incineraron sobre una altísima pira y en su honor degollaron numerosos animales sacrificiales. Infantes y jinetes, ordenados en filas, corrían en círculo y, al modo bárbaro, proclamaban, revestidos en sus armas, las alabanzas de aquél. Hasta que se extinguió el fuego permanecieron todos sentados en su derredor. Una vez concluído el sepelio se llevó a cabo un certamen de luchas individuales sobre la tumba".Apiano, Historia Romana, VI, 75.

En otro lugar se dice que doscientos gladiadores participaron en estos combates individuales.



El sitio de Numancia

Las guerras celtibéricas(154-133 a. C.), que fueron coetáneas con las guerras lusitanas, fueron llamadas “guerras de fuego”, pues al modo del fuego de un bosque no lograban extinguirse y a una batalla seguía otra. Los celtíberos utilizaban continuamente tácticas de hostigamiento a un ejército mal acostumbrado a los rigores de la Meseta. El episodio más notable y dramático de estas guerras lo ofrece Numancia. A lo largo de varios años los generales y los soldados romanos fracasaron repetidamente ante sus muros. Finalmente Escipión Emiliano, enviado por Roma, restauró la degenerada moral del ejército y sitió con murallas y fosos la ciudad de los numantinos, quienes en el año 133 a. C. se rindieron agotados por el hambre. Por haber llevado a cabo la destrucción de Cartago y Numancia se denominaría a este Escipión “Africano y Numantinoo”.

A inicios de nuestro siglo, la pasión del historiador alemán Adolfo Schulten trató de localizar in situ los testimonios materiales del asedio y destrucción de Numancia .Schulten se afanó sobre todo por localizar los campamentos romanos descritos en las fuentes de los historiadores antiguos. Escribió un gran libro sobre las excavaciones de Numancia. Recientemente, excavando en el sitio, se ha localizado la necrópolis de Numancia. Junto a La Numancia que llevo al teatro Miguel de Cervantes numerosos cuadros y dibujos del siglo XIX evocaron con tintes declamatorios y románticos la destrucción de Numancia.

Escuchemos la voz del historiador Apiano sobre el asedio de Numancia:

El general romano Escipión “ordenó rodear la ciudad con un foso y una empalizada. El perímetro de la propia Numancia era de veinticuatro estadios, mientras que el de la empalizada superaba el doble. (...).Advirtió (a sus soldados) que si los enemigos les acosaban, izaran una señal (...) Y cuando pudo rechazar con comodidad a quienes lo impedían hizo cavar otro foso no muy lejos (...) y fijó sobre él empalizadas y levantó un muro, cuyo grosor era de ocho pies y su altura de diez, sin contar las almenas; y le rodeaban por todas partes torres cada cien pies”. (....) Así Escipión fue el primero (...) que rodeó con muros una ciudad que no había rehuído el combate”. "(...) Y los numantinos atacaron muchas veces a los que custodiaban los muros (...). Escipión, después de haber encerrado a los enemigos de esta forma pensaba que no resistirían mucho tiempo, dado que no podían llegarles ni alimentos ni armas ni tropas de auxilio.” “No mucho después, cuando les faltaron todos los alimentos (los numantinos) lamían pieles después de haberlas cocido, y cuando les faltaron también las pieles comían carne tras cocer los cuerpos humanos, primero los de los que habían muerto, cortándola a trozos en las cocinas, después despreciaban las de los enfermos y los más fuertes forzaban a los más débiles. (...) Se volvían salvajes de espíritu a causa de los alimentos y por lo que respecta a sus cuerpos se convertían en bestias a causa del hambre, de la peste, del cabello largo y del tiempo transcurrido. En esta condición se entregaron a Escipión".

No hay comentarios: